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viernes, 25 de mayo de 2012

Con dulzura implacable.

Los tiempos cambian y la vida nos hace crecer. La vida es un ciclo: Ayer los granos y mañana las arrugas. Ayer los sueños, mañana los recuerdos. ¿Qué más queremos? Estamos aquí para triunfar en la vida, cumplir nuestros sueños, sonreír, llorar, caer y levantarnos. Si tú te caes, algún día recordarás esa caída, así que es imposible olvidar el pasado y que este no perjudique tu futuro. Es bonito recordar lo bueno y es bonito recordar lo malo. Acabas aprendiendo de ello. Es bonito cometer errores, deslices y tropezar, porque así se aprende de la vida; así, haciéndote cada vez más fuerte. 
La adolescencia es dura, pero yo lo soy más; aunque me duele verme al espejo y ver un día un bellezón y al día siguiente darme asco. Me duele decir un día que estoy delgada y al día siguiente sentirme gorda. Llorar noches consecutivas y que sea la almohada la que escucha todas mis penas. Pero consigo olvidarme de eso viendo a otra gente mal. Me despreocupo de todos mis pensamientos y me centro en la persona a la que hoy le tocó sufrir. Me centro solo en ella escuchándola y pidiéndole lo único que necesito: 
''¿QUÉ COÑO PASA?''
Analizar, pensar, razonar y darle motivos para sonreír. Eso es lo que me hace olvidar mis problemas. Sean de quién sean los problemas, siempre intentaré sonreírles y que quién los sufra que lo haga conmigo. Es la mejor manera de afrontarlos.
Es un lujo poder hacer sonreír a la gente que realmente merece la pena. ¿O no es cierto que, aunque estés mal, si consigues hacer sonreír a alguien, te sientes mejor?

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